Reencarnacion
¿Existe realmente la reencarnación? Este es el gran problema
de la filosofía oriental para el pensamiento occidental.
Si realmente existiese la reencarnación, ¿cuál es el
motivo por el que no recordamos nuestras vidas pasadas?
El Vendata (doctrina filosófica hindú) afronta el problema de
la reencarnación de la siguiente forma: ¿Recordamos acaso lo
que hicimos de niños? ¿recordamos todos los momentos de nuestro
pasado en esta vida presente? Nadie recuerda la mayoría de los momentos
vividos durante nuestra primera infancia y no por ello negamos su existencia;
si esto es así ¿por qué tendríamos que recordar
necesariamente las existencias de vidas pasadas? En el caso de que existiese
la reencarnación, en vidas pasadas tuvimos un cerebro distinto al que
tenemos ahora en la presente. Todo lo que le ha ocurrido a este último
es el resultado de la suma total de las impresiones que adquirimos en otras
vidas anteriores y que ha heredado la nueva mente que ha venido a albergar
nuestro nuevo cuerpo. Es así pues que nosotros ahora somos la suma
total de todas las experiencias que nuestro pasado ha impreso en nosotros.
Según el Vendata, aunque no sea necesario que se tenga memoria de vidas
pasadas, cada uno de nosotros adquirirá el día de la iluminación
esa memoria de vidas anteriores y en ese momento nos percataremos de que este
mundo no es más que un sueño y así seremos conscientes
en lo más profundo del espíritu de que no somos más que
meros actores en la escena del mundo.
Dice también el Vendata que en el instante de la iluminación,
el ideal de la renuncia al mundo penetrará en nosotros como un rayo
fulminante y que nuestra sed de placer y nuestro apego a la vida y al mundo
desaparecerán para siempre. Seremos entonces capaces de percibir con
total claridad como hemos repetido las mismas experiencias millones de veces
a través de nuestras vidas y que hemos tenido riquezas, poder, madres,
padres, mujeres y maridos, hijos y amigos. Todas estas posesiones las hemos
disfrutado en usufructo durante nuestras vidas y después, porqué
eran prestadas, se nos han quitado al dejar el cuerpo físico.
Nuestra mente nace y renace y se reencarna cada vez en el cuerpo que le conviene,
después de cada reencarnación el alma emigra, y se forja sucesivamente
los cuerpos propios y cada acto que realizamos y cada pensamiento que tenemos
es conservado de una forma sutil, dispuestos a salir fuera nuevamente y a
adoptar nuevas formas.
El alma, cuando el cuerpo muere, es dirigida por la fuerza que resulta de
la suma de la totalidad de los pensamientos y de todas las acciones realizadas.
Si el resultado es no es suficiente para dejar de reencarnar, deberá
el alma forjarse un nuevo cuerpo para vivir una nueva experiencia y ésta
se reencarnará en la tierra a través de un nuevo seno materno.
De esta forma, el alma, irá pasando de cuerpo en cuerpo y así
continuará hasta que su alma haya concluido con todas las experiencias
y completado su ciclo de evolución. Es entonces cuando habrá
adquirido la noción de su propia naturaleza y sabrá quién
es, desapareciendo de esta forma su ignorancia y haciendo que sus poderes
se manifiesten; en conclusión el alma habrá alcanzado ya la
perfección.
Dice también el Vendata que:
"Cada uno recoge lo que ha sembrado", por lo que somos cada uno
de nosotros artífices de nuestro destino.
"Estos sufrimientos e infelicidad que soportamos son consecuencia de
nuestras acciones, y no podrán ser corregidos sino por nosotros mismos".
"El mal que hayamos creado debemos anularlo nosotros mismos".
"Toda la fuerza y la ayuda de que tenemos necesidad, está dentro
de nosotros, El futuro infinito está delante de nosotros, y acordémonos
de que cada una de nuestras palabras, pensamientos y acciones, según
su naturaleza, iluminarán u oscurecerán nuestra vida presente
y las futuras. Así como los malos pensamientos y las malas acciones
están prestos a saltar sobre nosotros como tigres y devorar nuestra
paz, análogamente podemos estar seguros de que nuestros buenos pensamientos
y nuestras buenas acciones estarán prestos a defendernos siempre y
en todas partes con el poder de mil legiones de ángeles".
El Vendata no admite el concepto de pecado, al contrario de lo que otras religiones
proclaman: que el hombre es pecador.
En los primeros siglos de la era cristiana se formularon en el hinduismo seis
sistemas filosóficos diferentes: Mimamsa, Vendata, Vaisesika, Samkhya,
Nyaya y Yoga. Estos sistemas participan de algunas ideas fundamentales que
son comunes: la vida está llena de sufrimiento, ello implica que nuestra
forma de existencia es equivocada y por ello no es más que una representación
incompleta de la Verdad. El total conocimiento de la Verdad puede perfectamente
anular el sufrimiento. A este conocimiento se llega mediante un proceso introspectivo
para descubrir finalmente los principios fundamentales de nuestro propio yo.
Todas las escuelas filosóficas hindúes, además del Vendata
atribuyen la causa de nuestro sufrimiento a la ignorancia de nuestro verdadero
Yo, el espíritu inmortal humano que está por encima de nuestra
personalidad. El Samkhaya Yoga llama Aviveka a esta ignorancia y el Vendata
lo denomina Avidya. Así como los cristianos creen que el sufrimiento
es un castigo derivado del pecado original, los hindúes creen que,
aunque él no lo sepa, la naturaleza verdadera del hombre es la de Dios.
El alma está totalmente ligada al mundo a través del cuerpo
y sólo se liberará cuando el hombre sea consciente de su verdadera
naturaleza.
Esta liberación se obtendrá en un estado de desarrollo espiritual
que casi nunca una persona alcanza en una sola vida. Después de la
muerte cada alma regresa al mundo encarnada en otro nuevo cuerpo, y lo seguirá
haciendo hasta que llegue al estadio final de su evolución. A todo
este ciclo se le denomina rueda de la existencia (Samsara), en oposición
al estado de Ser, que se obtiene mediante la liberación.
Para un hindú, volver a nacer no representa un "algo después
de la muerte física", puesto que el alma reencarnada continúa
atada al tiempo y está destinada a escapar de él y del proceso
de renacer. Cada muerte es otra oportunidad para evolucionar espiritualmente
y ascender hacia una mayor perfección.
Todas las escuelas filosóficas hindúes están convencidas
de que la causa del sufrimiento humano es debido a la ignorancia sobre nuestro
verdadero Yo, el alma humana inmortal que se encuentra muy por encima de nuestra
personalidad.
Los cristianos consideran el sufrimiento como un castigo derivado del pecado
original, en cambio los hindúes creen que, aunque uno no lo sepa, la
naturaleza verdadera del hombre es la de Dios. El alma está ligada
al mundo mediante el cuerpo físico y solo se liberará cuando
uno sea consciente de su verdadera naturaleza. Esta liberación la obtendremos
cuando consigamos un estado de desarrollo espiritual casi imposible de alcanzar
en una sola vida.
Cuando morimos físicamente, el alma regresa de nuevo al mundo tomando
un nuevo cuerpo y continúa haciéndolo hasta que llega al más
elevado estado de evolución espiritual. De esta forma cada muerte física
es una nueva oportunidad para proyectarse a nivel espiritual hacia una mayor
perfección.
Cristianismo, Judaísmo e Islamismo rechazan la idea de la reencarnación.
Durante los tres primeros siglos de la Era cristiana, los gnósticos
quisieron reinterpretar algunos pasajes de los evangelios poniendo especial
atención en los pasajes en que se menciona a San Juan Bautista con
respecto al espíritu de Elias.
Cristo enseñaba en su doctrina la teoría de la reencarnación.
La Biblia no habla de la vida de Jesucristo desde que éste tenía
doce años, hasta aproximadamente los 30 años, en que comenzó
a predicar. Hay muchos estudiosos de éste tema que piensan que Jesucristo
pasó esos dieciocho años viajando por Persia, el Tibet, la India,
y el Cercano Oriente. Se cuentan toda clase de historias y leyendas acerca
de un hombre igual que Él y del que todas las descripciones coinciden.
Se llamaba así mismo hijo de Dios y corroboró las creencias
de los hindúes en la reencarnación. Se afirma que llegó
a ser un gran yogui y a adquirió el completo dominio de su cuerpo y
su entorno físico. Realizó todos esos innumerables y grandes
milagros que narra la Biblia y trató de transmitir con su palabra a
los demás el poder que todos ellos tenían para hacer también
todas aquellas cosas si se comunicaban más con su yo espiritual y su
fuerza potencial. Cuando Jesucristo regresó a Israel, enseñó
todo aquello que había aprendido de los maestros indios, entre otras
cosas la teoría de la reencarnación. La teoría de la
reencarnación figura en la Biblia, solo que las interpretaciones exactas
se suprimieron durante el V Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica,
que se celebró en Constantinopla en el año 525, y al que se
llamó concilio de Nicea. Los padres conciliares excluyeron con sus
votos la supresión de esas enseñanzas, sin otro fin que el de
consolidar el control de la Iglesia. "Todo el que proclame la creencia
en la existencia anterior de las almas, será excomulgado". En
el ánimo de la Iglesia estaba el ser la única autoridad en lo
referente al destino del hombre; pero Jesucristo enseñó que
cada ser humano es responsable de su destino, actual y futuro. Jesucristo
enseñó también que hay un ritual que podría esclavizar
la libre voluntad del hombre o bien entorpecer su búsqueda de la verdad.
Así como para la mayoría de los occidentales que creen en la
reencarnación esconden en ello un deseo de vida, para los budistas
ortodoxos el hecho de reencarnar supone una desgracia un encadenamiento que
los mantiene inmersos en la rueda de las reencarnaciones "samsara".
El mismo Buda rechaza la reencarnción aún creyendo en ella pues
cuando mira sus anteriores vidas y sus karmas experimenta una visón
desagradable.
El "samsara" es la rueda que simboliza el ciclo inacabable de la
existencia.
El filósofo hinduista Aurobindo pensaba que el alma desencarnada, libre
por fin de sus cadenas físicas y mentales descansaba un período
que él denominada psíquico, que era un estado pasajero como
una especie de sueño, hasta que llegaba el momento de volver a reencarnarse.
Cree también Aurobindo que lo más normal es que el alma que
se reencarna lo haga dentro del mismo sexo, muy al contrario de lo que opina
Yalkut Reubeni, hebreo cabalista y Anne Besant de la Sociedad Teosófica
que piensan que nos reencarnamos en distintas razas y sexos.
La doctrina tibetana del budismo lamaísta asegura que cuando un dalai-lama
muere, su espíritu se reencarna inmediatamente en el cuerpo de su sucesor.
Los monjes tibetanos salen a buscar al nuevo dalai-lama hasta que dan con
él. Posteriormente para comprobar que es él realmente, le hacen
que éste compruebe entre varios objetos uno de los que le pertenecieron
en su vida anterior.
Según la teoría de Anne Besant, que fue una ferviente seguidora
de la Sociedad Teosófica, afirmaba sobre el tema de la reencarnación,
que el alma se reencarnaba inmediatamente después de su muerte si ésta
carecía de anhelos espirituales y en elcaso contrario podía
llegar a tardar muchos siglos. Su teoría estaba inspirada en Platón
y la Bhagavad-Gita.
El espíritu del ser humano, paga en cada existencia, los errores cometidos
en la existencia anterior, por lo que en cada vida que vivimos estamos labrando
nuestra vida futura, es decir nuestro propio destino.
Exista o no la reencarnación, lo que si es bien cierto, es que la propia
naturaleza nos devuelve aquello que lanzamos, bien por bien y mal por mal.
¿Qué hay después de la muerte? Es algo que todos podremos
comprobar en el momento en el que pasemos por esa ineludible experiencia;
pensar ahora en ello, si nos preocupa, es dejar de vivir y existen infinidad
de posibilidades de lo que hay detrás de ese momento, las que el hombre
ha pensado y las que nadie jamás a imaginado