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Sadismo



El sadismo se define a su vez como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que impliquen actos (reales, no simulados) en los que el sufrimiento psicológico o físico (incluyendo la humillación) de la víctima es sexualmente excitante para el individuo.
El sadismo es la excitación sexual provocada por padecimiento físico o dolores morales y obtenida deliberadamente por medio de lesiones personales, injuriosas o amenazas (sadismo verbal). No debe confundirse con la crueldad aunque ésta en ocasiones vaya seguida secundariamente de estímulos tumescentes, no buscados de propósito. El sadismo exige la deliberación sexual. Existe el placer de la crueldad sin que sea sadismo. La fría crueldad de los niños con los animales no es sadismo. El sadismo puede combinarse con canibalismo.
Deriva el nombre de sadismo del nombre del escritor francés Marqués de Sade, coetáneo de la Revolución francesa, autor de obras como "Justine" o "Las 120 jornadas de Sodoma" en las que describe la perversidad de su propia conducta. Pasó 33 años en la cárcel y acabó volviéndose loco.
El sadismo se refiere a la necesidad de producir dolor o humillación en la pareja para poder obtener excitación y placer sexual. Mientras que el masoquismo se refiere a la necesidad de sentir dolor o de ser humillado o humillada para poder obtener excitación y placer sexual. Esta parafilia se considera no-coercitiva porque mayormente la pareja está de acuerdo a lo que hacen y raras veces se envuelven con personas que no han consentido. En muchos casos, la pareja acuerda, antes de mano, lo que será o no permitido en la interacción sexual.
Muchas de las personas que practican este tipo de conducta sexual tienden a intercambiar los roles aunque personalmente tengan una predilección pare el uno o el otro. Esto es mayormente debido a lo difícil que es encontrar parejas para tener relaciones sado-masoquistas y si la pareja de la persona no siempre quiere hacer el rol de masoquista, de vez en cuando tendrá que rotarse. La mayoría de las personas en la sociedad miran mal a este tipo de conducta debido a la relacción entre el sexo y el amor que la sociedad promueve. Además, muchas personas piensan que las personas que practican sadomasoquismo "victimizan" a sus parejas. Esto es debido a que las personas en general no entienden muy bien lo que es la práctica de sadomasoquismo, que envuelve mayormente un juego social de dominio y sumisión.
Una mujer en una sociedad que le niega la libertad de disfrutar plenamente de su sexualidad se sentiría más cómoda en una situación donde ella es "dominada" y "obligada" simbólicamente a tener sexo. Así, el nivel de culpabilidad que ella siente es mucho menos y puede disfrutar de los placeres sexuales sin sentirse responsable por hacerlos. Por el otro lado, el hombre se siente más "hombre" al "conquistar" simbólicamente a su pareja y esto le añade placer al acto sexual. El lado opuesto también se puede notar. El hombre que tiene que ser agresivo y dominante para mantenerse "arriba" en la competencia cotidiana en el trabajo, puede relajar su role y volverse sumiso en la cama. Lo mismo se pudiera plantear para la mujer que usualmente asume roles sociales submisivos. También hay estudios que indican que en ambos casos, las actividades de dominar y de someterse causan cambios en el sistema nervioso que tienden a intensificar la respuesta sexual (tales cambios se ven en la presión sanguínea, el respirar, el pulso, entre otros).
Otros estudios que han indagado sobre la conducta sado-masoquista en la población general revelan que muchas personas disfrutan de alguna forma leve de dar o recibir dolor tal como el morder (o el que le muerdan a uno) la oreja, los labios, los pezones (o tetillas), partes de los genitales y otros áreas del cuerpo. Este hallazgo tipifica uno de los problemas que se señaló al principio de este capítulo. Muchas de estas conductas llamadas parafilias demuestran ser en realidad un continuo dónde la incidencia en la población general es nunca, a veces, casi siempre y siempre. El apretar suavemente los labios de la pareja de uno con los dientes y el dar "nalgadas" son dos actividades que difieren sólo en su magnitud. El escoger un punto y decidir que de ahí en adelante, la conducta es una parafilia es bastante arbritario. Muchas personas disfrutan ocasionalmente de vez en cuando de conducta que se pudiera clasificar como sado-masoquista porque encuentran altamente excitante a nivel sexual lo inusual que esa conducta es. Otra vez, volvemos al isue de la compulsividad y la diferencia entre sufrir de una parafilia o de una variante no-típica sexual tiene más que ver con la "compulsividad" del acto y no con el acto mismo. Si la persona tiene que practicar conductas de dominio o sumisión para excitarse sexualmente, entonces pudiéramos decir que padece de una parafilia. Por el otro lado, si la persona sencillamente le saca placer a un acto que no es usual para ellos, lo peor que pudiéramos pensar es que tiene un gusto raro.

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